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lunes, 9 de abril de 2012أصيلة
Lo tengo claro y meridiano: para retiros temporales en los que sea necesario rodearse de calma y sosiego, buen comer, precios de hace 20 años y ambiente exótico con playas paradisíacas a un salto de burro, nada mejor que pillarse algo en la cuidada y lujosa medina de Assilah, en la costa atlántica de Marruecos (aunque ahí ya tenemos que hablar de precios europeos respecto a los alquileres si queremos las mínimas comodidades, acceso internet, etc.).
A menos de una hora de Tánger y a casi dos de Chefchaouen (la otra gran ‘estrella’ del turismo marroquí fuera de las grandes ciudades), Assilah creo que es el enclave perfecto para pasar temporadas de retraimiento con opción a escapadas a otros lugares interesantes del país vecino, y con garantía además de volver rápidamente al viejo continente (taxi a Tánger y ferry a Tarifa, y en un par de horas de nuevo en España) en caso de que la paciencia marroquí llegue a desesperarnos (aunque se trata exactamente de lo contrario, de disfrutarla) y echáramos de menos las atropelladas maneras de nuestra tierra. En este viaje, aparte de Assilah, también hubo tiempo para echar un día en Tánger, cuya medina me volvió a fascinar y a la que tengo que volver con algo menos de lluvia y algo más de pasta, que, aunque los precios no son especialmente caros, incluso a precio de turista, sí lo termina siendo si en vez de un recuerdito acabas arrasando con cada puestecillo y sucumbes a los encantos de tomar el té en cada terraza legendaria. Y ojo, que vender bien que saben y a poco que bajes la guardia te terminan encasquetando hasta una chilaba. Música en directo en el restaurante Mamounia Palace, en la Rue Siaghin, la calle con más solera de todo Tánger. Despúes de cada comida el gato residente se ve que tiene por costumbre subirse al mantel y darse una vuelta entre los platos (¡entre los limpios también!) dando buena cuenta de las sobras. Genial... para el gato. Vista desde el restaurante de la Rue Siaghin, que por cierto es la misma que hay en la conversación que mantienen los protagonistas de la película ‘Inception’ en una recreación de la ciudad de Mombasa justo antes de la trepidante persecución por las callejuelas de la ciudad, escena que en realidad fue rodada en la medina de Tánger, retocada para parecerse a la ciudad keniata.Volviendo a Assilah y tras la experiencia de estos días, dormirse con el ruido del oleaje y despertar con el mismo ruido más el graznar de las gaviotas madrugadoras... iba a decir que no tiene precio, pero sí lo tiene y no es mucho. Es cuestión de animarse y ya está. Y si nada más llegar queda alguna duda por algún contratiempo del viaje (pueden pasar cosas pelín desagradables como tener que ‘untarle’ un poco a la guardia fronteriza, tal y como nos pasó a la vuelta) solo hay que esperar a que se ponga el Sol sobre el Atlántico y contemplar uno de esos escenarios que, como le escuché una vez a un mexicano, te espachurra el corazón hasta dejarlo chiquitito chiquitito. Un viaje que merece la pena. Etiquetas: viajes Twittear posteado por Vip Vop :
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