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martes, 6 de mayo de 2008¡Horreur!
De entrada tengo que decir que este post es terapéutico, algo así como una suerte de exorcismo para ver si me quito de la cabeza algo que no me puedo quitar de la cabeza. Para nada es transcendental ni profundamente reflexivo, no no, para nada: es tremendamente visceral. Además, seguro que es mucho menos que lo que está empezando a parecer pero es que no me lo puedo quitar de la cabeza y no he encontrado mejor solución que purgarlo a través del blog.
Es de algo que pasó ayer noche. Veamos: Domingo, descanso para cenar –si, lamentablemente fue otro día más de trabajo- pues nada mejor durante la cena que echarle un vistazo a Zeitgeist, documental más que entretenido dividido en tres partes y que trata de poner al descubierto los terribles engaños a los que está sometido el ciudadano medio y de cómo estamos completamente manipulados por poderosos personajes absolutamente dueños de ti, de mi y del mundo mundial. Se deja ver, además es el tipo de documental que contenta tanto al que no cree en nada o al que cree en todo –léase yo mismo- y al menos pasas un buen rato. O mal rato, porque casi al final de la 2º parte del documental –que trata lo del 9/11 en clave de conspiración- con la cena ya acabada, devorando pipas de las saladas con afán compulsivo –es cosa de familia- y sin quitar ojo de la pantalla, noto como uno de los palitos esos que se cuelan entre las pipas y que acumula gustosos pegotes de sal para rechupetear y luego beberse media botella de agua del tirón, tiene... una textura diferente. Normalmente los palitos esos son rugosos, amorfos, como pequeñas raíces de encina en los que bien podrías encender una cerilla. Pues bien, éste no, éste es liso y diferente ¿uh? me pregunto insconscientemente casi sin dejar de mirar las humeantes Torres Gemelas en la pantalla del ordenador pero apartando medio segundo la mirada para ver qué es esa extraña textura. Aquí es cuando debería sonar música de Psicosis o de esas en las que parece que a un violinista de cámara le ha dado un violento retortijón en mitad de las Cuatro Estaciones: lo que tengo ante mis ojos y sostengo entre mis dedos son los restos disecados, salinizados, fosilizados, pero perfectamente reconocibles de un insecto, larva, gusano... un BICHO, una criatura de esas indeseables que exterminamos con odio y miedo en cuanto detectamos su presencia, y la cual estaba a punto de metérmela en la boca. QUÉ ASCO. Con el asombro del que no se cree lo que está viendo giro la cosa esa ligeramente y me doy cuenta de que aún conserva pegada una antenita, patita o alita y es cuando me fijo que la textura lisa en realidad son escamas de insecto, vamos, como en la peli La Mosca –el remake de Cronenberg- cuando falla el experimento y de la cabina sale arrastrándose esa cosa sin forma asquerosa y repugnante –al menos la cosa de las pipas esta muerta remuerta- pues igual salvo que esta vez es jodidamente REAL. Pero lo peor no acaba ahí, examinándolo una segunda vez empiezo a sospechar la cruel y dura verdad: que el color, la forma, esa patita..., podría pertenecer al bicho más asqueroso y desagradable que existe: UNA CUCARACHA. Inmediatamente sudores mortecinos y amenazas de vómito me asaltan violentamente y una sensación de muerte asquerosa, desgracia inminente y desamparo absoluto me invade por completo. Suelto la cosa esa y tiro las pipas que tenía en la mano. Por unos minutos no sé qué hacer. Tras la confusión y sobrecogimiento empiezo a tomar conciencia de la situación: me fijo en la marca de la bolsa de pipas con mirada asesina: les quiero matar a todos, uno por uno, desde el que inventó el logo hasta el que las empaqueta -a ése el primero- con una muerte asquerosamente lenta en la que haya muchos bichos. Ir a donde las compré y gritar en medio de todos que "¡las pipas tienen cucarachas!" y enseñar fotos y que los clientes huyan despavoridos, ponerme en la puerta con una pancarta que sea lea bien claro que he sufrido el peor HORROR que podía imaginar. Abrirles una tapa de alcantarilla y provocarles la invasión de los insectos. Que, oh dios! rayos y truenos les fulminen a todos, rehostia! Por supuesto, al cabo del rato sólo estoy agradeciendo que en realidad me haya dado cuenta de lo que había antes de metérmela en la boca. No acierto a imaginar ni por asomo qué hubiera pasado en caso contrario, vamos, que creo que voy a parar de darle vueltas a la cosa. Hay fotos. Fotos que quizá sólo confirmen que he exgerado un poquito, que he metido más literatura de la normal para expresar un hecho que a cualquier otro no le hubiera arrebatado ni un segundo de preocupación. Que el bicho no es para tanto. Que sólo quería pegar un grito de rabia. Pero qué le vamos a hacer, soy así... o... espera ¿te has fijado bien en esas escamas? ...puag! fotos en color a todo detalle: foto1, foto2, foto3 y foto4 Etiquetas: historias Twittear posteado por Vip Vop :
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4 aprensiones:
No parece una cucaracha,mas bien larva o saltamontes
a mi me parece que las pipas en un acto de solidaridad con el contenido de la peli, se transformaron en insectos políticos y poderosos...puaff que asco de todas formas
tragate un dulce, pero de los prohibidos y buenos, en un acto de exorcismo y yata, obsesiones fuera
Puagh! No me gustaría verme en tu lugar. Tiene pinta de intento de gamba, no?
saludos!
pos no sé, si me hubiera tragado eso y hubiera sido un político-cucaracha de éstos que hay ahora, pa mi que no lo cuento, pillo una infección de esas que se manifiestan diciendo tacos sin parar y se te pone la lengua negra.
menos mal que todo se quedó en el susto ¡ay hija, qué susto! jeje
señor Álvaro, me alegro verle por aquí. pues igual era una gamba, o yo diría gambazo: el que metieron los de desinsectación, vamos, pa darles fuerte.
saludos man!
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